El moquillo canino, también denominado distemper o enfermedad de Carré es una de las enfermedades más contagiosas y peligrosas para los perros. Y por ello una de las más temidas por sus dueños y por los veterinarios.
Se trata de una enfermedad muy contagiosa, de origen vírico, que tiene un alto nivel de peligrosidad para el animal que la contraiga, pudiendo incluso llegar a causarle la muerte. Afectando al aparato respiratorio, al sistema digestivo y al sistema nervioso. Y afectando en mayor medida a los cachorros.
Cómo prevenir el contagio
La mejor medida preventiva es la vacunación. Siendo fundamental hacerlo en la primera visita al veterinario y repetir las dosis anualmente. Y es que hablamos de un virus extremadamente contagioso: se transmite por el contacto con las secreciones corporales de un perro infectado, como las mucosas, las lágrimas, la saliva, la orina o las heces.
Incluso los humanos podemos ser portadores del virus al quedarse adheridos restos de estas secreciones a nuestra ropa o nuestra piel. De manera que podemos infectar a un perro sano al entrar en contacto con él. De ahí que sea importante lavarse concienzudamente las manos e incluso cambiarnos de ropa si creemos que hemos podido tomar contacto con un animal con moquillo.
Las pequeñas gotas, de aspecto inofensivo, que salen despedidas cuando un can con moquillo estornuda o tose, están infectadas con el virus y pueden transmitir el contagio. De forma que es extremadamente difícil evitar el contagio entre perros que viven en una misma vivienda o finca.
Y nuestro perro puede estar también expuesto al llevarlo a un parque donde haya otros perros que puedan ser portadores. Siendo estos espacios los principales focos de contagio de la enfermedad.
Síntomas del moquillo o distemper
La fiebre siempre es el primer síntoma en presentarse. El resto no siguen un orden determinado, ya que dependerá de a qué parte del organismo esté afectando. También suele ir acompañada de falta de apetito, sed, e inactividad.
Lo habitual es que el animal comience a moquear y toser. Además de sufrir hinchazón en los párpados, acompañados de una secreción ocular acuosa. Lo que en casos extremos llega a impedir que los perros afectados por moquillo abran los ojos.
Del mismo modo, debido a la abundante secreción de mucosas, el can presentará dificultades para respirar. De hecho que el virus afecte a los pulmones puede llegar a producir una neumonitis o inflamación de los mismos.
Si afecta al sistema digestivo, son habituales los cuadros de gastroenteritis, con abundantes vómitos y diarrea. Un cuadro que no necesariamente tiene por qué indicar que el animal esté infectado de moquillo, pero que también se da a causa de este virus.
En el caso de que el moquillo afecte al sistema cutáneo se producirá una dermatitis. Veremos cómo las zonas desprovistas de pelaje, principalmente las almohadillas de las patas y la nariz, sufrirán grietas, sequedad y descamación.
Por último, si no se le pone tratamiento, el distemper acabará por afectar al sistema nervioso del animal en la última fase de la enfermedad. Con convulsiones, tics y espasmos, e incluso produciendo parálisis en las extremidades del perro.
Tratamiento contra el moquillo
Siendo una infección de origen viral, no tiene una cura como tal. Si no que sólo se pueden tratar los síntomas para paliarlos y evitar el sufrimiento y fallecimiento del animal.
De esta forma, tanto si tenemos seguro con asistencia veterinaria como si no, lo primero que debemos hacer si sospechamos que puede tener moquillo es acudir con celeridad al profesional veterinario de urgencia más cercano.
El veterinario utilizará fármacos y medicamentos que palien los síntomas que padezca el perro. Como expectorantes o antibióticos para ayudarle a expulsar las flemas y tener controladas posibles infecciones. Fármacos para frenar la diarrea y el vómito. Antitusivos y anticonvulsivos. Así como suplementos alimenticios para fortalecer su sistema inmunitario, o vitamina B para los tics nerviosos.
Además será fundamental evitar la deshidratación de nuestro perro. E insistir en la adecuada higiene de ojos y nariz, afectadas por las secreciones.