Se trata de una planta de posidonia oceánica y se encuentra entre Ibiza y Formentera, a aproximadamente 18 metros de profundidad de media.
Debido al impacto del ser humano, el organismo vivo más grande del mundo está en peligro. Ibiza y Formentera son dos de los lugares más visitados de España, el turismo en estas zonas es grande, y es que es muy sencillo moverse por ellas con coches de alquiler en Ibiza y recorrer sus muchos entornos naturales, lo que también tiene su lado menos bueno para el medio ambiente.
Tiene a sus espaldas 100.000 años de crecimiento y vida, y según afirma el biólogo marino Manu San Félix, podría morir en diez años. Desde su descubrimiento en el año 2006 los investigadores han detectado una involución de la posidonia oceánica, ya que en aquel entonces su extensión era de 700 kilómetros cuadrados, años más tarde, entre 2008 y 2012, esta superficie quedaba reducida a un 44%. Pero no sólo su longitud se ha visto mermada, las especies marinas que habitan en ella también han ido desapareciendo, pasando de cien millones de ejemplares a apenas 300 millones en el año 2012.
La posidonia oceánica realiza un papel fundamental en las aguas del Mediterráneo y en el turismo de la zona, pues sólo crece en aguas limpias y esto es símbolo de la buena salud de sus playas, como por ejemplo del color turquesa de las aguas de Formentera, que desaparecería con la ausencia de las praderas de posidonia, y quedaría reflejado también negativamente en el turismo de ambas islas.
La posidonia oceánica es capaz de crear y mantener su propio ecosistema, donde los moluscos, esponjas y estrellas de mar, caballitos y multitud de peces como el pargo y la dorada conviven bajo la seguridad que les proporciona la extensa planta. Sin embargo las numerosas embarcaciones que pasean a diario sobre las aguas la están poniendo en peligro, y nada se sabe de lo que queda de ella después de los últimos estudios realizados hace ya más de cinco años.